Científicos de la Universidad de Iowa, liderados por el neurobiólogo Justin Feinstein, llevaron a cabo un experimento inusual con una paciente que no recordaba haber sentido miedo desde su infancia.
La mujer, de 44 años, padece la enfermedad Urbach-Wiethe, una extraña condición genética que hace que la estructura del cerebro llamada amígdala, donde se cree que reside el control del miedo, se endurezca y deje de funcionar.
Dado que la amígdala produce la sensación de pánico al detectar una concentración demasiado alta de dióxido de carbono, traducida en un aumento de la acidez en sangre, situación que implicaría riesgo de asfixia, lo científicos le propusieron a la mujer el siguiente experimento: hacerla inhalar repentinamente, mediante una máscara, un 35% de dióxido de carbono.
La mujer aceptó voluntariamente, y el resultado sorprendió a todos: en efecto, se asustó. Lo cual implicaría que, aunque la amígdala no funcione, el cerebro tiene formas de detectar el riesgo y producir lo conocemos como miedo.
Conclusión que obliga a los científicos a replantear el problema, y encontrar cuáles son esas estructuras cerebrales, independientes de la amígdala, que nos permiten sentir terror.
Via: noticias.tuhistory.com